miércoles, 11 de julio de 2018

La motivación alma del aprendizaje




     Constantemente en reunión de maestros, es usual escuchar quejas como, por ejemplo: “A los alumnos no les gustan leer, no les interesa la Ciencia, Son apáticos a la Matemática, odian la historia y ni se diga de la gramática y la ortografía”.   Pero lo lamentable es que no se cae en la cuenta de que los protagonistas de tan deplorable desánimo estudiantil somos los docentes que, con las metodologías tradicionales no causamos impacto en el aprendizaje de nuestros discentes, sino que, por el contrario, abonamos a que haya deserción escolar, bajas calificaciones y hasta indisciplina.  ¿Qué es lo que estamos haciendo mal?   Lo que pasa es que la enseñanza sin alma no es aprendizaje, es repetir conceptos, definiciones, es mecánico como el hecho de aprenderse de memoria las tablas de multiplicar o las preposiciones, ¿para qué les servirán a los chicos? Y así lo hemos venido haciendo por generaciones y hemos asesinado el interés por aprender y aunado a esta realidad, está el hecho de la competencia que la tecnología día a día nos hace, nuestros chicos están muy interesados en ella, la dominan, van al día, la aplican a diversas situaciones no solo comunicativas y nosotros como educadores estamos quedando rezagados.
     ¿Y qué debemos hacer para cambiar esta situación?   ¿Cómo nos enfrentamos a los millennials?   Es necesario que hagamos de la motivación nuestra aliada, como dice Alberto Toro Villarroya, en la revista A tres bandas (septiembre de 2015, página 70)
     “La motivación intrínseca es el corazón que debe bombear todo el potencial que llevamos cada uno dentro, y que cuando se comparte hace que aprender sea sinónimo de felicidad. Consiste en amar lo que se está aprendiendo o haciendo”.
     ¿Cuál es el ingrediente que necesitamos para ponerle corazón y alma a nuestra enseñanza?  Las metodologías activas, las que permiten que el alumnado sea el protagonista de su propio aprendizaje, lo que les convierte en investigadores y entes activos dentro de la clase.   Además, despiertan el interés, puesto que ya no se limitan solo a escuchar y escribir, ahora son el centro y por lo tanto hay respuestas dinámicas a los nuevos conocimientos que día a día surgen y que están permanentemente conectados a sus necesidades e intereses.
     Estas metodologías hacen clic con las emociones de los chicos y les hace interesarse.    A manera de testimonio relataré la siguiente anécdota, este año he tenido la dicha de trabajar con pequeños de quinto y sexto grado, en el sector público, desde diciembre del año recién pasado, empecé a visualizar como haría para mantenerlos interesados en la clase de Lenguaje, y sobre todo colocarme en los zapatos de ellos, pues estoy consciente que no es lo mismo un joven de tercer ciclo o bachillerato, que uno pequeño.  Pues bien, decidí elaborar folletos con una secuencia didáctica (anticipación, construcción, consolidación) con actividades centradas en el alumno, a modo de que sean ellos lo que construyan junto a su maestra el aprendizaje, al inicio costó un poco, pues no estaban acostumbrados a utilizar material de apoyo, así que lo estrujaban, lo perdían, lo olvidan.   Además, como carecían del hábito de la lectura, no dejaban de sorprenderse cuando teníamos que leer fragmentos de textos literarios o no literarios, según el programa lo solicitaba, pero ahora me encanta ver como han avanzado, leen, analizan, participan, infieren en los textos, se interesan, producen.     Cuando llegamos al tema de la novela y su estructura con quinto grado, les presenté un fragmento de Tom Sawyer de Mark Twain, se identificaron con el protagonista, pues es un niño como ellos.  Les conté que habían hecho una película, la vimos, estaban encantadísimos, y sin que se los solicitara, ellos les pidieron a sus padres que les compraran la novela, por que la querían leer completa.    Algo similar sucedió con sexto grado, con las novelas de Oliver Twist de Charles Dickens y La Isla de tesoro de Stevenson, ellos querían saber más.  Ahora dramatizan, cantan, bailan, y sé que están contentos y aprendiendo, porque antes de marcharse para sus casas, recibo de cada uno un abrazo, un apretón de manos, una gran sonrisa y el hasta mañana seño Loida.  
Creo que, con todo esto, la más emocionada soy yo, y ahora que conozco más sobre las metodologías activas, siempre le pondré alma a mi enseñanza, por que solo así logro motivar a los educandos a que sean los protagonistas de su aprendizaje.
David Perkins, (lo extrae de Alfred Alder). Afirma que “la gente aprende más cuando tiene una oportunidad razonable y una motivación para hacer.”
 Luisa Loida Torres Quintanilla